Nuestro maestro productor de hidromiel

Hidromiel (I)

¿Qué es el hidromiel (también conocido como aguamiel)?
Por los dos componentes de su nombre, deduciríamos que debería ser una simple mezcla de agua y miel, y así es, pero lo que aquél no indica es que esta está fermentada, es decir, es alcohólica, por lo que también se la suele llamar vino de miel o, quizá más exactamente, cerveza de miel, ya que es también una bebida gaseosa.
Hoy en día no se puede decir que sea una bebida muy conocida, y quizá donde más se suela oír sea en la mitología como el néctar consumido por los dioses greco-romanos en sus libaciones en el monte Olimpo. Acaso menos sabido por nuestras latitudes es que es también la bebida de los banquetes del Walhalla, el cielo de los guerreros muertos en combate de la mitología nórdica, y el único alimento de Odín, el padre y cabeza del panteón escandinavo.

Nuestro maestro productor de hidromiel

Nuestro maestro productor


El hecho de que el hidromiel aparezca en diversas mitologías, y más aún en algunas geográficamente muy alejadas, nos indica que es muy antiguo, lo cual se ha podido verificar por diversas fuentes. Su primera mención escrita aparece en el Rigveda, el libro más antiguo de la India, escrito entre los años 1.700 y el 1.100 A.C., y en cuernas de beber encontradas en Alemania y datadas del año 2.100 A.C. se han encontrado restos de polen, señal de la presencia de miel, y de levadura, usada para favorecer la fermentación. Es por eso por lo que se cree que el hidromiel es la primera bebida alcohólica producida y consumida por el ser humano, y la razón obvia para ello es que ambos de sus componentes se encuentran en la naturaleza y que su proceso de fabricación es muy sencillo. De hecho, éste se produce de forma natural: al contrario que la miel pura, que se puede conservar casi indefinidamente (se han encontrado muestras comestibles de 2.000 años de antigüedad), al disolverse en agua sus azúcares (fructosa y glucosa principalmente) empiezan a descomponerse muy rápidamente en alcohol, y basta con esperar unos días para empezar notar el picor de éste en la disolución. En realidad, casi con total seguridad fue precisamente así, por casualidad, como se descubrió, al “perderse” la solución de miel en agua que sería la única bebida dulce de por entonces y notarse los efectos euforizantes etílicos, lo que llevaría a repetir el proceso, esta vez a propósito. Más tarde, probablemente también por casualidad, se descubriría que la levadura mejoraba la eficiencia de la fermentación y la aceleraba.

Por otra parte, el hecho de que en las mitologías sea invariablemente una bebida de los dioses o de los cielos es señal de que era muy valorado. La razón de ello sería doble: por una parte, que la extracción de la miel, incluso después de haber aprendido a ahuyentar a sus productoras mediante humo, es un proceso no exento de complejidad y potencialmente doloroso y peligroso; y por otra parte, y sobre todo, que tanto las colmenas como su producto son relativamente escasas, más aún antes de aprender durante el Neolítico a atraer a las abejas a panales artificiales (lo que evitaba la destrucción de la colonia para extraer la miel), pero también después, si comparamos sus cifras de producción con la de los cereales (cebada, avena, arroz…) y frutas (uva, manzana…) que constituyen la materia prima de otras bebidas alcohólicas. Éstos pueden producirse de forma masiva en cultivos extensivos, lo que abarata los costes y el precio del producto e inevitablemente causó el auge del vino y la cerveza y el ocaso del hidromiel.

Sin embargo, aun arrinconado para el consumo habitual salvo para la clases más pudientes, su uso continuó en ocasiones especiales, más aún cuanto mayor la latitud, dado que las bajas temperaturas restringen el cultivo de cereales y frutas necesarios para producir otras bebidas alcohólicas. La relación del hidromiel con los dioses paganos permaneció en la memoria colectiva de los pueblos y por ello se le atribuían propiedades milagrosas, incluso después de la implantación de Cristianismo. Así, en el centro y norte de Europa se pensaba que su consumo favorecía la concepción de hijos varones, por lo cual los cónyuges pasaban el mes posterior a las nupcias bebiendo toda la hidromiel que podían permitirse, un período que vino a conocerse como luna de… miel.

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